En enero del año 2001, en el Foro Social Mundial celebrado en Porto Alegre, Brasil, las asociaciones allí reunidas firmaron un compromiso bajo el título «Otro mundo es posible». El 11 de septiembre de ese mismo año, otro mundo, también posible, se abrió paso tras la caída de las Torres Gemelas de Nueva York. En septiembre de 2015, los líderes mundiales aprobaron los Objetivos de Desarrollo sostenibles (ODS) y en diciembre más de 200 países firmaron el Acuerdo de París, para reducir las emisiones de efecto invernadero.
Frente a esos «otros mundos posibles» que, con vaivenes, se van abriendo paso, también tenemos aquella idea transmitida por Italo Calvino en «Las ciudades invisibles» de «buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio» (Calvino, 1972). Así pues, hemos venido a Montevideo a visitar un «mundo que ya es», el de las Cooperativas de vivienda por ayuda mutua, que, desde los años 1960, está permitiendo a miles de familias uruguayas encontrar vivienda poniendo para ello su fuerza de trabajo. Toda una experiencia que, con los ajustes pertinentes, deberíamos imitar en el resto del mundo.